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Así es la sevillana Z1, la mano que mece la cuna de las startups internacionales

Comenzaremos esta historia recurriendo a una obviedad: Sevilla no es Los Ángeles. Iremos más allá: Sevilla tampoco es Madrid o Barcelona. Hablamos de una bella ciudad donde los códigos importan en general más que el talento. Un lugar a menudo somnoliento donde existe un tope profesional palpable, casi masticable, que invita a quien anhela una posición superior a hacer las maletas y probar en otros mercados. Esta estructura en apariencia deficitaria esconde sin embargo un tesoro raro en Occidente: la posibilidad de compaginar las obligaciones del capitalismo con las bondades de una vida paseable.

La norma siempre esconde excepciones. Hay casos de un exotismo tal que invitan a pensar en Sevilla (y esto para los puristas es un temor más que una bendición) como el siguiente destino soñado. Aunque vaya y venga por su condición de (perdón) gurú, merece la pena mencionar la extraordinaria aventura de Juan Martínez Barea, CEO de Universal DX, startup con sedes en Silicon Valley y la capital andaluza cuya misión consiste en la detección temprana de determinados tipos de cáncer a través de un test de sangre. Barea representa el éxito absoluto, pero en cada estadio evolutivo surgen nombres con recorrido: Ciclogreen (modelos predictivos de tráfico para fomentar el transporte sostenible) se ha posicionado entre los seis mejores proyectos del European Data Incubator patrocinado por la Comisión Europea; Genera Games es un referente español de la descarga de videojuegos (alrededor de 20 millones al mes), y Glamping Hub ha encontrado su nicho en los alojamientos lujosos en entornos naturales.

Precisamente de la trastienda de Glamping Hub surge Héctor Giner, quien ocupó allí el cargo de director técnico casi dos años. Hombre inquieto de verbo rápido, Giner venía de curtirse en Sadiel y Yaco, y contaba con el halo prestigioso de esos estudiantes de telecomunicaciones que después se convierten en investigadores, señal siempre de un expediente rocoso y un espíritu explorador. En 2015, junto a Emilio A. Sánchez y Carlos Tabasco, nuestro protagonista funda Commite, rebautizada posteriormente como Z1 y consagrada después de algunas vicisitudes como otro diamante del ecosistema.

PICAPEDRERO

Z1 moldea la arcilla de una idea hasta darle el cuerpo definitivo. Lo dicen todos los superventas del emprendimiento. De nada sirve imaginar el iPhone si no dispones del equipo adecuado para materializarlo. Platón lo ilustraría más o menos así: detrás de un unicornio ha de haber al menos un filósofo, un artista y un picapedrero. El problema es cuadrar el triángulo y dar felizmente con todos los perfiles. Z1 vendría a ser este señor Lobo digital. «Nuestro cliente tipo es un emprendedor incapaz de ejecutar su plan. En Estados Unidos todo es muy caro y está orientado al marketing; por eso quisimos un equipo tecnológico que también ayudase a tomar decisiones de producto», explica Giner en la sede del espacio Magma, donde después de cinco minutos, un futbolín y un grafiti de Ada Lovelace la mente viaja por su cuenta y riesgo a Palo Alto, California.

Z1 recurre habitualmente a dos ejemplos que describen bien su potencial. Uno, quizás el más relevante, es LoftSmart, una plataforma al estilo de Airbnb que permite a los estudiantes de todo Estados Unidos encontrar alojamiento alrededor de las universidades en las que gastarán tiempo y (mucho) dinero. Una visita fugaz a la web despeja dudas: la interfaz es sencilla y eficaz; el sistema amigable; el diseño resultón. Esta startup, que en junio de 2018 levantó una ronda de 12,9 millones de dólares, permite al alumno ver virtualmente los apartamentos, solicitar el que más se ajuste a su presupuesto y completar el papeleo desde la propia plataforma, a la manera de AirHelp. «LoftSmart fue nuestro tercer cliente. Los fundadores (Sam Bernstein y Sundeep Kumar) tenían un prototipo que no era nada. Uno de ellos era el visionario, el otro se encargaba de las operaciones. Nosotros diseñamos y evolucionamos el producto. Nuestro verdadero valor consiste en eliminar el riesgo de tomar las decisiones tecnológicas, que son muy caras cuando no atinan, para que el equipo fundador se centre en el producto».

La neoyorkina Altru Labs es otro paradigma. De nuevo aquí Z1 puso la argamasa a una iniciativa audaz que haría estragos en España (en un sentido u otro), pues se basa en retener y captar talento a través de los testimonios de los empleados, que disponen de una aplicación donde grabar toda una ristra de reflexiones muy en la línea del zeitgeist estadounidense: ¿Por qué tu puesto es tan retador? ¿Cuáles son tus rutinas de primera hora de la mañana? ¿Por qué es buena la diversidad en tu oficina? ¿Cómo concilias la vida laboral y familiar?…

Compañías como PwC, Dell, Philips, Deutsche Bank y Wells Fargo figuran entre la clientela de Altru e, indirectamente, de Z1, que exprime así la veta del boca a boca.

REFERENCIAS

Giner comparte algunos datos. Z1 dispone de oficinas en Sevilla, Nueva York y Vancouver, donde reside la directora de negocio. Actualmente la empresa trabaja en 25 proyectos, dispone de una plantilla que ronda los 50 efectivos y cerrará 2019 con una facturación de dos millones de euros. Su mercado está en Norteamérica, de donde también procede Tiny Capital, fondo canadiense fundado por Andrew Wilkinson, quien después de un intercambio de correos electrónicos con Giner decidió hacer historia incluyendo a Z1 en su porfolio de participadas. Era la primera startup europea que lo conseguía, quedando así grabada en una lista donde figuran la seminal Metalab (botada en 2006 por el propio Wilkinson) y otras 15 firmas más. Tiny ha invertido en una de las niñas mimadas de Elon Musk (SpaceX) y en nombres tal vez poco conocidos en España pero con notable tracción (Thrive, Waking Up, Superhuman). «Tiny no es un megafondo de inversión, se nutre más de la intuición. Inyectaron dinero a cambio de un porcentaje elevado pero no mayoritario de Z1 y no pusieron ninguna condición. Andrew es un networker que respeta nuestro espacio. Solo nos sugirió que cambiásemos de nombre (Commite)», rememora Giner.

-Usted comparte con Wilkinson la admiración hacia Warren Buffet y Charlie Munger.

-Una de mis grandes pasiones es la política. Aunque nunca seré un pensador, considero que el capitalismo es un sistema válido al que hay que aplicar determinadas medidas para que funcione mejor. En las pautas de inversión de Buffet y Munger aparecen la sostenibilidad y la filantropía, y por consiguiente ambos constituyen para mí una referencia, porque se puede ganar dinero y generar riqueza mientras en paralelo se mejora el mundo. Tener una empresa no significa ser ultraliberal.

-Elon Musk y Yuval Harari coinciden en señalar cuál es la siguiente gran amenaza global: la inteligencia artificial. Musk llega a afirmar que su potencial destructor superará con creces el de las armas nucleares. De diferente manera, ambos alertan también sobre el colapso climático. Musk lo alivia con Tesla aunque simultáneamente se dé por vencido cuando fantasea con colonizar Marte. ¿Dan respuesta las nuevas startups a estos desafíos a través de modelos de negocio más altruistas?

-Hay empresas como Patagonia o Stripe que empiezan a ser más ecológicas y más sociales, aunque este manifiesto encierre una fuerte dosis de marketing. No sé si hemos llegado al culmen de la humanidad, pero por primera vez podemos preocuparnos por la dieta, por lo que serán nuestros hijos de mayores. La gente dejará de comer carne de vaca cuando comer carne de vaca deje de ser guay. En este contexto, las startups cuentan, pero mucho menos que los grandes actores. Si el cambio climático y la IA son hoy las grandes amenazas (y lo son), ¿cuántos políticos incluyen estrategias para combatirlas en sus agendas? Por otra parte, Andrew conoce a Musk. Es incluso más brillante de lo que parece en YouTube o la tele y muestra más empatía por la gente del futuro que por las personas con las que trabaja. Con Tesla ha cambiado las reglas de la industria. A pesar de que posiblemente no ganará esta partida, ha empujado a las multinacionales del sector hacia el coche eléctrico, y esto ya es una enorme victoria.

-Lo de Z1 es una especie de teletrabajo a gran escala. ¿Se pierde algo en el tránsito de Sevilla a Nueva York?

-Nos hemos beneficiado de la burbuja de San Francisco y Nueva York. Nuestro rating ya es homologable al de muchos competidores de Canadá y Estados Unidos. Además de calidad, vendemos exotismo. Sevilla gana enteros en la escena internacional y eso se nota en los resultados. El remoto genera naturalidad y eficiencia. ¿Cuántas reuniones quieres tener de verdad en persona con este o aquel cliente? Es importante conocer la psicología del comprador y saber qué proponerle para que no sienta que pone en nuestras manos su criatura y que precisamente por ello puede perder el control.

-¿Son estas urbes a medio gas de la España menos fiera los últimos reductos del capitalismo suave?

Un socio americano se lamentaba el otro día de la homogeneidad de las ciudades occidentales. De alguna manera, las tradiciones salvaguardan la personalidad de un lugar. Pero la tecnología ha tomado el control. El flujo de datos es tan descomunal que nadie es capaz de analizar lo que pasa realmente. Si dejamos que Uber haga lo que quiera, en las calles sólo habrá coches y patinetes. Me gustaría que mis hijos convivan con la tecnología sin renunciar a la parte analógica. Me gustaría que recurran al teléfono o a la tableta solo cuando sea necesario. FUENTE: https://www.elmundo.es/economia/actualidad-economica/2019/10/01/5d8cb3effc6c832d2e8b45ef.html



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